Hay unos pequeños seres que sin que te des cuenta instalan su vivienda en tus pies… ¡sí! ¡sí! Has oído bien, okupan tus pies en contra de tu voluntad y se quedan ahí, se agarran a tus pies contra viento y marea. Aunque tú no los quieras e intentes quitártelos, ellos no se van. Cuando ya no los ves y piensas que eres libre vuelven a la carga y reaparecen riéndose de ti y de tus esfuerzos, completamente fallidos. Estos molestos inquilinos son los hongos.