Cosas que me pasan desde que trabajo en una farmacia

Me paso el día resolviendo acertijos

Es una actividad que aunque a algunos de mis compañeros de profesión les molesta (los puedo llegar a entender) a mí me divierte. Además los acertijos tienen la ventaja de que nos ayudan a mantener la mente activa, recordad compañeros “mens sana in corpore sano”. Los acertijos más comunes son los siguientes:

  • recorte de una caja sin aportar datos suficientes. Puede ser que traigan el recorte por la parte en la que está escrito el laboratorio o una pestaña en blanco (típico en colirios), entonces es casi imposible saber qué es lo que quieren a no ser que sean clientes habituales cuya medicación más o menos nos sabemos. Si es la pestaña de un Adiro es factible incluso adivinarla sin más datos. Si lo que nos traen es la concentración, a lo mejor preguntando para qué es y con un poco de destreza resolveremos el acertijo.
  • tamaño/color de cajas y pastillas. Es uno de los clásicos, que un paciente entre y te diga: no me acuerdo de cómo se llaman, son blancas, redondas y la cajita es alargada… si me la enseñas sé cuál es. No es que no queramos dispensar pero, de verdad, que dándonos esos datos es como buscar una aguja en un pajar.
  • nombre aproximado. Tranmazín, Profeno, Omecetamol, Lenitul… En este caso os entiendo, los nombres de los medicamentos algunas veces son impronunciables. Memorizar toooodos los nombres para la asignatura de farmacología fue duro, durísimo. Y aprender las nuevas moléculas que van saliendo también es complicado, sobre todo si son de las que no vemos a diario, al final acaban arrinconadas en el fondo de la memoria encerradas en un cajón.

Parezco una arqueóloga descifrando jeroglíficos

Yo creo que las recetas electrónicas existen porque es más fácil poner en marcha todo un sistema informático de recetas que enseñarles a los médicos a escribir.

Si no, ¿cuál era la otra opción?

La otra opción eran los cuadernillos Rubio pero se descartó porque podía herir sensibilidades… Esta es la versión oficial pero es mentira, no hay cuadernillos Rubio en las facultades de Medicina porque no iban a ser capaces de aprobar la asignatura de caligrafía y nos quedaríamos sin médicos. Y si no me creéis os contaré la siguiente anécdota. Una vez, haciendo un curso de verano con una amiga que estudiaba medicina, aprovechamos el descanso para completar apuntes la una de la otra pero no pudimos finalizar la tarea porque había partes de sus apuntes que ni ella entendía. ¿Os lo podéis creer? En ese momento entendí que no había maldad en las manos de nuestros amigos los médicos y los perdoné, por todas las veces que, a lo largo de mi vida laboral, me lleguen recetas indescifrables.

Ejemplo

La siguiente imagen es una caligrafía que yo calificaría como buena, entre un 6 y un 7, pero mi tía (que fue a la que se lo recetaron) no fue capaz de descifrar el jeroglífico y me mandó la foto para que se lo tradujera. Y tú ¿serías capaz de saber lo que pone? (sin ser farma, no vale hacer trampas pillín)

Pero no todos escriben fatal. También los hay que saben escribir. De hecho, la última vez que estuve en urgencias, vi la mejor letra de médico que he visto hasta ahora. El médico escribió en un papel medicación y posología con una letra perfecta. No pude reprimirme. Se merecía una buena dosis de refuerzo positivo, asique lo felicité y le dije que era la mejor letra de médico que había visto.

Hablo en jerga ochentera

Pero no ochentera de “La Movida de los 80”, sino que utilizo palabras propias de mis pacientes de la farmacia de 80 años de edad. El mejor ejemplo es decir cartilla para referirme a la tarjeta sanitaria. Si les digo tarjeta se confunden con la tarjeta del banco. Asique para evitar malos entendidos les pido la cartilla y todos contentos.

Soy como el Rastreator de farmacias

Cada vez que visito algún lugar nuevo inevitablemente localizo las farmacias, veo si su cruz está encendida, veo su aspecto exterior, su escaparate… y decido cuáles me gustan y cuáles no. Me encanta ver y entrar en farmacias de otros países para ver cómo trabajan y qué se vende. De mis últimas vacaciones me quedo con el Museo de Farmacia de Burgos, dentro del Arco de Santa María, maravilloso. Os recomiendo la visita que, además, es gratuita.

Huelo a farmacia

No tengo muy claro cuál es este olor, pero yo lo llamo “Eau de pharmacie”. Eso me decía mi marido una época que, por horario, me venía a esperar a la salida del trabajo. Nunca supo describirme cuál era el olor exactamente pero, si es farma, es bueno seguro, jeje

¿Os sentís identificados con estas cosas que me pasan desde que trabajo en farmacia?

Éstas son solo algunas de las que me pasan pero hay muchas más ¿Cuáles os pasan a vosotros?

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PD: toda esta entrada en el blog está escrita en clave de humor. No pretendo ofender a nadie, y mucho menos a compañeros del ámbito sanitario. -> Referencia al punto 2 “descifrar jeroglíficos” de esta entrada

3 comentarios en «Cosas que me pasan desde que trabajo en una farmacia»

    • Hola Manu,
      aunque durante la carrera tengamos mucha formación en farmacología, hacer actualizaciones de conocimientos es necesario.
      Desconozco los cursos de los que me hablas, por lo que no puedo hacerte ninguna recomendación sobre ellos.
      Lo que sí te recomiendo es que, antes de decidir, busques varias opciones y veas cuál es temario y el método de estudio que mejor se adaptan a ti.
      También es recomendable que la formación esté acreditada con créditos de formación continuada y que esté impartida y/o avalada por alguna sociedad científica o universidad.
      Un farmasaludo 🙂

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