Es una actividad que aunque a algunos de mis compañeros de profesión les molesta (los puedo llegar a entender) a mí me divierte. Además los acertijos tienen la ventaja de que nos ayudan a mantener la mente activa, recordad compañeros “mens sana in corpore sano”. Los acertijos más comunes son los siguientes:
Imagínate que tomando una pastilla se eliminaran las cartucheras sin liposucción. O que con otra pastilla se repoblaran las calvas y nos creciera la melena de Sansón.
Se dice que el laboratorio (cosmético o farmacéutico) que encuentre la fórmula química para revertir la calvicie o para eliminar la celulitis se hará de oro. Y no lo dudo.
¿Cuánto estaría dispuesto a pagar un hombre calvo por abandonar el peluquín? ¿O una mujer con cartucheras por ir a la playa y quitarse el pareo sin complejos? Y es que, definitivamente, la clave está ahí, en los complejos. De ellos vive el mundo de la cosmética.
Entra un paciente a la farmacia.
Tú: Buenos días ¿Qué desea?
Paciente: Buenos días. Mira, las pastillas que me llevé ayer no me las voy a tomar porque vi en el prospecto que causan covfefe (o cualquier otro efecto).
Tú: ¿Por qué a mí? (no lo dices, pero lo piensas).
Que levante la mano a quien nunca le haya pasado esto.
Soy fan de todo aquello que tenga que ver con el mundo de la farmacia. Por eso no he podido resistirme a tener en mi biblioteca un título tan atractivo como Epopeya Farmacéutica. Epopeya farmacéutica es un magnífico libro escrito por Luis Marcos Nogales con ilustraciones de Íñigo Ansola que desmenuza la evolución farmacéutica por culturas desde Mesopotamia (allá por el 4.500 a.C) hasta el Imperio Romano. Luis Marcos nos deja en ascuas con las épocas más modernas hasta nuevo aviso.
Hoy quiero que conozcas un museo distinto al resto, con mucho encanto, se trata de Museo de Farmacia Botica Peñaranda del Duero. Ubicado en la Calle de la Botica forma parte del Patrimonio Histórico de España desde el año 2007.
Ponte casco y escudo porque hoy nos toca un post guerrero, o post denuncia. Yo prefiero llamarlo post “conoce y exige tus derechos”. Allá vamos.
Seguro que recuerdas haber visto alguna vez que has ido a la farmacia a tu farmacéutic@ recortando con el cúter un código de barras.
Este gesto, en el que puede que ni hayas reparado demasiado, tiene una gran importancia aunque de buenas a primeras no lo parezca.